Intruder in Antiquonia
- Desarrollador: Aruma Studios
- Plataformas: PC
- Link Steam: Clicka aquí
- Lanzamiento: 8 de julio de 2022
Los insoportables gritos de una ambulancia alteran el sosiego de un pueblo a las afueras incluso de él mismo. La típica villa donde nadie repite profesión: la tendera de abarrotes, el jardinero, la autoridad de guardia, un doctor, suponemos que el cura y sí, el de la ambulancia. Sobre sus alfombras la petanca es el deporte rey y tres veteranos residen en un banco a modo de seres mitológicos. La noche cae y una mujer yace inconsciente sobre el asfalto… hasta la llegada del héroe Karim, sí, no hay otro, es el de ambulancia.
La ficticia Antiquonia —inspirada en rincones gallegos— no está preparada para el zarandeo que resulta la aparición de Sarah Campillo. Sin tiempo para recomponerse, y con una amnesia galopante en la mochila, la enigmática joven reitera su deseo de volver a Madrid. Pero ni Julia, la oficial de policía, ni los creadores Silvia Izquierdo y Rubén López —el ying-yang de Aruma Studios— le permitirán partir.
“El drama se ha cernido sobre el pueblo de Antiquonia”. No es actual, es 30 años atrás, en portada del único periódico local. Eva Campillo desapareció para desgracia de Samuel, el jardinero del pueblo, que aún hoy llora por su desgracia. Una población que nunca consiguió reponerse de la pérdida de una niña y que ahora ve como una mujer, que bien podría tener su misma edad, aparece en forma del último halo que concluiría ese mal sueño.
Samuel no lo superó. Sus vecinos no menos. Los medios de comunicación irrumpieron sedientos de titulares y lo pagaron los forasteros. La desconfianza creció hasta el punto de renegar de cualquier no-nacido en Antiquonia; sus calles se aislaron del mundo. “Antes muertos que informatizados”, internet e incluso cualquier teléfono móvil hoy son non-gratos en el pueblo. Y ahora el caso de Sarah lo sacude todo por completo.
Disfrutamos de un guion que funciona hasta que, sin anestesia previa, o como si alguien le hubiera dado a un interruptor, se apaga llegando a perder buena parte de su valía. En esas, los puzles pueden ser un buen avituallamiento; cierto es que son lógicos en su mayoría, pero su sencillez, poco atractivo y su deriva hacía los desafíos de contraseñas y circuitos eléctricos, terminan por no acertar en el sabor e hidratación que la aventura necesita.
En el apartado técnico sí emergen algunos méritos. Ni qué decir que crear un motor propio es uno de ellos. La brillantez de ciertos paisajes, pese al eterno tono anubarrado, también se torna en tino para intentar compensar la expresividad quimérica de unos personajes que, más todavía, sin el apoyo de unas convenientes e ingeniosas líneas de diálogo, terminan ultimándose en individuos poco verosímiles.
Intruder in Antiquonia es una aventura de pétalos marchitos para un tallo y estudio diligente que tendrá base para brotar. El vigor de Sarah Campillo debe dar pistas de que no existen errores sin posibilidad de llamarlos oportunidad. Si te acechan, enseña tu lado valiente. Eso nos enseña Sarah, y quizá no sea más de lo que llevamos aprendiendo en cuatro décadas de nuestras estimadas aventuras gráficas.