Vlad Circus: Descend Into Madness
- Desarrollador: Indiesruption
- Plataformas: PC, PS5, PS4, Xbox One-Series X-Series y Nintendo Switch
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- Lanzamiento: 16 de Octubre de 2023
El célebre Circo Vlad sufrió un incendio que arrasó con todo el lugar, hirió a cientos de personas y se cobró la vida de decenas de otras. Un único culpable y condenado a morir en la silla eléctrica: Josef Petrescu, hermano del propietario. Ocho años después, los integrantes de aquellos espectáculos recibirán una invitación de único propósito en la mansión del viejo Vlad. La resurrección del circo. Volver a época de bonanza. Reunir a la troupe. Ser felices… ¡no se podrá rechazar!
Diego Cánepa, Pablo Mamome, y su otra troupe, vuelven años después tras la ocurrente y ajetreada Nine Witches: Family Disruption. Con valores y premisas afines. Pidiendo ya cita en el registro para sellar la patente. Nos llega una trágica aventura con similares virtudes y defectos.
Oliver Mills se presenta en la escena. Payaso de profesión, lo que le gustaría. Víctima del propio mundo, lo que realmente es. La vida no ha tratado bien a este desmadejado artista, como tampoco al resto de integrantes del circo. Piltrafas de una única ilusión: ser parte de algo. Sencillamente “ser”.
Y en todos y cada uno de ellos reside buena parte de la grandeza de esta aventura. El diseño de personajes, y no por lo excéntrico, lleva consigo el aplauso del público. Esos mismos vítores que recibían en sus días de gloria. Harry Brok, Dominique, las siamesas Ginger y Betsy Carver… por Dios, ¡Venancio! Reflejan un talento superior en el planteamiento. Mención a las trayectorias. Esas que incluso han sobrepasado la pantalla y se pueden disfrutar en formato novela precuela.
“No deberían ser los hombres los que juzguen los errores de los hombres” reza el protagonista. Por suerte la Biblia no hablaba de tentáculos. Al creyente Oliver tampoco le gustaría que deambulemos con vaguedades. La antesala, la ambientación, la opinión de la suegra el primer día que invita al yerno a casa, conquistan la tablilla de dos dígitos que no suele usar el jurado. Sin embargo, el yerno compró magdalenas para el postre. Se demuestra la cantidad de sílabas que tiene lo extraordinario.
No por ello cabe dirigir el foco a las escenas de acción. Mismo recurso que en la obra de 2020. Seguimos llamándole alivios. No aportan nada al guion al que se le debe jurar pleitesía. Los seres deformes, las ratas, los lobos… se enfrentarán al cuchillo que deberemos afilar constantemente, a las balas que debemos recolectar o los cartuchos que tardarán en llegar. Son —si se me permite— un puzle más. Seguramente innecesario. O quizá imprescindible para aumentar la tensión. Es preferible orientar ese foco en otros puzles insípidos que nos tendrán de aquí para allá con escasa sensación de reto.
Como reto suponemos que habrá sido trabajar ese telar de pixel. Cierta maestría por momentos. Las elecciones de las lámparas de la mansión son joyas que nos alumbran. También el simple juego de luces que persigue a Oliver hasta el último de los minutos. Maravilla ambiental.
Vlad Circus: Descend Into Madness te explica las dos caras opuestas que puede tener la vida. Sin incidir, en parte también las tendrá la propia aventura. Aun con todo, es una reunión de “amigos” de apropiada presencia. Todas las historias deberían tener una pinta de este nivel. Derrocha atractivo. Camela y por eso duele más. Solo lo que amas te traiciona. Como la vida a Oliver. Y a él no se le debe defraudar más.