The Phantom Fellows
- Desarrollador: The Phantom Fellows
- Plataformas: PC
- Link Steam: click aquí
- Lanzamiento: 27 de Septiembre de 2024
“Phantom Fellows, como puedo ayudarte?” el teléfono suena una vez más en la habitación de Oliver Cobblestone, un chico cualquiera; o igual de desaliñado que cualquiera que no tuviera que compartir ni rendir cuentas a nadie. Al fin y al cabo, él solo explota un don que escasas personas tienen: poder ver, oír y hablar con fantasmas. Al menos con uno. En este caso, su socio… y, conjuntamente, su mejor amigo.
Paul Korman como principal responsable de una nueva aventura repleta de sucesos paranormales, y de muchos “esto ya lo vimos en”. Evidentes. Una provechosa visita a nuestro desguace —o museo— favorito. Pero sin usurpar nada, solo decoro a obras anteriores que nos hicieron disfrutar, al igual que lo han hecho Oliver y la etérea presencia de Englebert Pickebender.
Esto ya lo vimos en The Frighteners. Que un tipo descarado pudiera entablar con fantasmas y lucrarse con esa facultad, ya fue mostrado por el cineasta Peter Jackson. De manera obvia y sensata aquí solo aprovechamos el primero de sus ingredientes. Bueno, quizá alguno más, Oliver, al igual que el personaje de Michael J. Fox en aquella película, tampoco consigue separar lo profesional de lo sentimental. Pero son minucias… o no.
Esto ya lo vimos en obras de Sierra On-Line. Como si de conducir un coche sin dirección asistida se tratara, la aventura elige lo mejor y lo peor de las mecánicas de la compañía californiana para su propio diseño. Todo el cariño y nostalgia —para quien la necesite— en nuestras manos, mientras toca afrontar un trabajo de puntero de 4 acciones que, además, rechaza nombrar todo lo que pisa. El pixelhunting a voces pidiendo atención desde ese viejo baúl que ni recordabas en tu habitación.
Esto ya lo vimos en The Darkside Detective. Por mucho que quisieran, Oliver y Englebert no podrán escapar de la comparativa superficial. En el barrio la gente ya ha susurrado varios “me suena su cara”. Cierto es que este desarrollo evoluciona con el movimiento en pantalla de los protagonistas —pudiendo intercambiar su control—, de igual modo que percibimos un mejor resultado en algunos escenarios. El hilarante humor, la atracción paranormal, el desmenuzado por capítulos cortos y prácticamente autoconcluyentes e incluso los trayectos en coche rematan el reflejo en el espejo. No es mala liebre… si evitas a los zorros que frecuentan el gallinero.
Esto ya lo vimos en la saga Blackwell. Nos retiramos ligeramente el sombrero al paso de Joey Malone. De igual modo, aquí también disfrutamos de nuestro propio ángel de la guarda de vapor persiguiéndonos durante todos y cada uno de los rincones de Elderbury. No hay aventura sin Englebert, siendo su papel más semejante al de Patrick Dooley en las citadas historias de Spooky Doorway.
Hay quien dice que las virtudes se aprenden a base de copiar, de imitar, de repetir… tener ejemplos cercanos que inspiren. Valentía para insertar tu historia en un zurrón de relevantes musas. Descaro para hacer lo que a uno le venga en gana. Encontrar la misma paz que Oliver y Englebert ofrecen a esas almas errantes —y pelmas— para que se alejen de sus clientes.
En cuanto al reto, a los puzles, la aventura pone en la mesa una de sus mejores jugadas. Y preferible sensación dejaría si no se hubiera torpedeado estirando conversaciones innecesarias, por cachondas o amenas que sean su mayoría. La comedia debe ser ágil, diligente, y el tiempo de palabrería lo perdemos para actuar en entuertos que, pese a la escasa amabilidad del “sistema Sierra”, son gratos, sintiendo que quien los diseñó recuerda el sabor que te gustaba —y gusta— elegir.
The Phantom Fellows es la diversión de sentirse dos descarados caza-fantasmas. La aventura que, por gusto, convicción o por pura insolencia, elige ser el rarito de la clase. Aceptamos por cualquiera de esas razones, aun con la tara de errar en el ritmo; tropezar en mitad del camino de baldosas amarillas. Volverán. Por esas mismas baldosas; cenefas de actividad paranormal. Un tipo corriente… y un fantasma de lo más singular.